Pancho (Francisco Gutiérrez Cossío) Cossío (San Diego de los Baños, Cuba, 1894 – Alicante, 1970)
Bodegón de la caja de puros
1967
INFORMACIÓN DE LA OBRA
Óleo sobre lienzo, 73 × 60 cm
OTRA INFORMACIÓN
Firmado y fechado en el ángulo inferior derecho: «Cossío 67»
Cabe situar dos etapas netamente diferenciadas en la trayectoria creativa de Pancho Cossío. La primera de ellas, tras los años de formación, arranca con la incursión en los códigos vanguardistas del entorno del ultraísmo para alcanzar su plenitud en el París de la segunda mitad de la década de 1920 y primera mitad de los años treinta. En este periodo el pintor cántabro se situará entre los protagonistas españoles del círculo de la figuración lírica que mayor respaldo obtendrán por parte de la revista Cahiers d’Art de Zervos y Tériade. Sigue entonces un desconcertante paréntesis de una década prácticamente alejado por entero de la práctica pictórica, en el que abandonará la labor creativa por la militancia política, siendo uno de los miembros fundadores de la Falange. Ya en la década de los años cuarenta retornará felizmente a la pintura con su segunda y definitiva etapa, donde desarrollará una magistral sintaxis en la que el juego de transparencias y destellos sumerge en una sutil atmósfera envolvente la estilizada evocación sintética de los objetos. Dicción que para Cossío venía destilada a partir de un cruce entre tradición y modernidad, que incluía los paradigmas veneciano y flamenco, pero asimismo el vanguardismo parisiense, en ecuación que Gaya Nuño traduciría por la fórmula castiza de «vino viejo en odres nuevos». En su lírico desvanecimiento del mundo objetivo, el Cossío de madurez rozará casi en ocasiones los límites de la abstracción, frontera que, más allá de algún experimento aislado, no llegará verdaderamente a traspasar.
En ambos periodos de su trayectoria, pero ante todo en el segundo, el género de la naturaleza muerta acabaría erigiéndose en el tema dominante y límite magistral de la pintura de Cossío. Bodegón de la caja de puros es buen ejemplo de ello, así como del tan sutil despojamiento que su percepción del mundo objetual acabaría alcanzado en la etapa de definitiva plenitud. Aunque pintada trece años más tarde, el motivo icónico distintivo de esta composición, la caja de habanos, viene a emparentar con otra tela anterior de referencia, la célebre Dos mesas (1954, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid), que le valdría al pintor por fin el reconocimiento, tantas veces pospuesto, de una primera medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes. La elevación relativa del plano de superficie de la mesa hacia la vertical de la representación, es un recurso recurrente en los bodegones de Cossío desde sus años de estancia en París. Pero en un juego que de algún modo invierte los términos de la ecuación empleada en la citada tela de 1954, en este segundo bodegón con caja de puros, el mantel blanco otorga un protagonismo central al impacto de luz, nívea y fulgente claridad en la que teje su danza, en impreciso destello, el rastro espectral de flores y de objetos. [Fernando Huici March]