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José Gutiérrez Solana (Madrid, 1886-1945)

El capitán mercante

hacia 1930-1934

INFORMACIÓN DE LA OBRA

Óleo sobre lienzo, 141 x 115 cm

OTRA INFORMACIÓN

Firmado en el ángulo inferior izquierdo “J. Solana / Madrid”

Como en todos sus retratos, y a pesar de su propia expresión “la pintura se pinta, pero no se dice”, Solana describe al personaje, literaturizando la composición, e incorporando un imaginario simbólico que nos proporciona pistas de su realidad más íntima.

El artista se consideraba simplemente “retratista”, diferenciándose como él mismo dice, de los “pintores de retratos”, de los fotógrafos y de los “minuteros” que con diversas aptitudes recorrían las ferias de España, a quienes por otro lado admiraba profundamente, por entender que eran los únicos capaces de sacar bien un parecido y de mostrar la realidad inmediata.

En El capitán mercante, Solana pinta a Gervasio Olivares, capitán montañes del barco mixto de vapor y vela, el Gravina, cuya inscripción se lee en la parte inferior de la obra, que realizaba la travesía entre Santander y La Habana. Un globo terráqueo y dos grandes conchas de mar, sin duda recuerdo de las Indias, pretenden reforzar la figura del personaje, junto a la botella de ron de la Martinica, el paquete de tabaco, el catalejo, e incluso el documento mercantil de Santander. Gallardo y altivo, nos recuerda su estatus en la sociedad del momento.

Pintura abigarrada, pero equilibrada, en la que sobre el mueble a modo de friso que cierra la composición, descansa un cuadro que relata un naufragio y que es el mismo que utilizará más tarde como fondo de la pintura El triunfo de la muerte. Mediante una perspectiva frontal, escala los diferentes elementos de la composición.

Estéticamente sigue las mismas pautas que en obras anteriores, pero podemos percibir una mayor perfección técnica en estos años, en los que llega a dibujar con el color. Es el momento álgido de su carrera, en el que alcanza su madurez.

María José Salazar