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José Gutiérrez Solana (Madrid, 1886-1945)

El desolladero

hacia 1924

INFORMACIÓN DE LA OBRA

Óleo sobre lienzo, 145 x 202 cm

OTRA INFORMACIÓN

Firmado en el ángulo inferior izquierdo “J. Solana”

Solana dedica gran parte de su obra, tanto literaria como pictórica, al mundo de los toros. Se aprecia en el conjunto de estos trabajos una cierta incongruencia, pues mientras que en algunos textos ataca la fiesta, por brava, dura y descarnada, siente una atracción profunda por ese mundo cargado de simbología. Para Solana, los toreros son héroes, por su constante enfrentamiento a la muerte. Los representa arrogantes, valientes y fuertes, sin duda por el carácter autobiográfico que les imprime. Sus escenas de toros carecen de dramatismo, utilizando tan solo la plástica que la temática proporciona.

En El desolladero, denuncia la parte más oscura del universo taurino, expresando la crueldad y dureza de la fiesta a través de la muerte del toro y de los caballos igual que hizo en el escrito del mismo título: “Una puerta ancha y fuerte pintada de rojo, como la barrera que comunica con el ruedo, es la del toril. Al lado del establo de los toros, y de las cuadras de caballos, está el patio donde se les desuella, y en él hay unos cuantos cajones, numerados y muy fuertes, […] Sobre el montón de cadáveres se han echado unas paletadas de tierra para apagar la sangre y el desagradable aspecto de las tripas. Arrimadas a la pared hay unas cubas grandes y cubos de cocina: es el botiquín.

Esta es una composición con predominio de tonos amarillos, marrones y negros, que se desarrolla mediante varias escenas superpuestas. En el frente, el cuidado de los caballos heridos junto a los caballos muertos semienterrados; en el centro, el protagonista, el toro, preparado para ser desollado y al fondo, como contrapunto, los caballos de reserva dispuestos para ser montados. Una escena vivida, tamizada por su visión trágica, que se traduce en una obra verista de gran impacto.

María José Salazar