Fray Juan (Juan Andrés Ricci) Ricci (Madrid, 1600 – Montecassino, Italia, 1681)
El mensajero
Hacia 1640
INFORMACIÓN DE LA OBRA
Óleo sobre lienzo, 176 × 97 cm
Hijo del pintor italiano Antonio Ricci de Ancona, que acompañó a Federico Zuccaro en su venida a España, Juan Andrés Ricci probablemente se formaría con su padre. Ha sido visto como el «Zurbarán castellano» por la sobriedad y serenidad que inunda su obra y por el silencio y naturalismo de su pintura. Profesó como monje benedictino en 1628, corriendo a su cargo importantes ciclos pictóricos en los monasterios de Silos, San Juan de Burgos, San Pedro de Cardeña, Medina del Campo o San Millán de la Cogolla. Se trasladó a Italia en 1662, donde murió de edad avanzada en 1681.
Sus obras son composiciones monumentales en las que la iluminación dirigida y una técnica en cambio abreviada y más bien ligera lo singularizan de los demás pintores de la época. Desde Antonio Ponz se ha venido especulando mucho con respecto a la técnica empleada en sus pinturas, dejándolas inconclusas y con una capa muy ligera de materia pictórica, lo que ha afectado notablemente a su conservación. Esto es lo que ocurre precisamente con El mensajero, que además se trata de un fragmento de una obra mayor, tal y como han revelado los estudios radiográficos.
Cuando Matías Díaz Padrón estudió la pieza dándola a conocer en la producción del artista, ya detectó los injertos, cortes y repintes del lienzo, lo que le hizo pensar que faltaba un fragmento donde habría una mesa o bufete con un interlocutor. En cambio, las radiografías revelan las figuras de cuatro caballos vistos desde atrás con un hombre en un carro, lo que podría hacer pensar en un triunfo de Hércules o sugerir que el pintor habría reutilizado la tela para otra composición, circunstancia común en la práctica de los pintores del momento. El reaprovechamiento de telas queda constatada en esta obra al apreciar con luz rasante evidentes costurones en la superficie pictórica que nos indican que el artista tuvo que injertar varios lienzos, lo que también confirma que realmente lo que hoy vemos es un fragmento de una composición más ambiciosa.
En cualquier caso, es notoria la relación del personaje con los tipos de otras obras de Ricci, y especialmente con el San Benito bendiciendo el pan (h. 1655) conservado en el Museo del Prado, procedente de la serie que pintó para San Juan de Burgos. Tampoco podemos obviar aquí el eco que esta composición produciría en los pintores madrileños, tal y como se advierte, por ejemplo, en la pintura de Juan Carreño de Miranda El bufón Francisco de Bazán (h. 1680, Museo del Prado), compartiendo similar postura e inclinación de las figuras de los personajes. Se desconoce sin embargo la forma en la que puede justificarse una dependencia real en el artista asturiano, una fuente común para ambos artistas o un convencionalismo representativo en estos pintores. Lo cierto es que el gesto y actitud del personaje inclinado con una carta en una mano y con el sombrero en la otra en disposición de reverencia, han de ser relacionados con los del general Spinola en La rendición de Breda de Velázquez (1634-1635, Museo del Prado) y –como señaló Matías Díaz Padrón– también fue frecuente en otros encuentros, como el del el cardenal-infante Fernando de Austria con el emperador después de la batalla de Nördlingen en la pintura de Rubens (1634-1635, Museo del Prado).
Lamentablemente, la mutilación de la obra, los repintes y los problemas de conservación aludidos dificultan notablemente entender el sentido complejo que debía tener esta pintura cuando fue creada por el artista, teniéndonos que conformar con este fragmento. [Benito Navarrete]