Pedro de Camprobín (Almagro, Ciudad Real, 1605 – Sevilla, hacia 1674)
Escritorio con arquilla y frutero
Hacia 1630-1640
INFORMACIÓN DE LA OBRA
Óleo sobre lienzo, 65 × 110 cm
OTRA INFORMACIÓN
Firmado en la zona inferior derecha, en la cubierta del libro: «Po de Camprobin».
Hijo del platero homónimo, Pedro de Camprobín aprendió en Toledo con Luis Tristán durante cinco años (1619-1623). En 1628 ya estaba en Sevilla, donde recibió la aprobación como maestro en 1630 y permaneció hasta su muerte. En 1660 fue uno de los fundadores de la Academia de pintura de esta ciudad.
Se conocen obras suyas datadas entre 1646 y 1666 pero se ignora cómo pintó durante sus primeros años. Alrededor de 1650 representó frutas acompañadas de algún florerito que traen recuerdos de los Zurbaranes, padre e hijo, como indicó Peter Cherry; luego los floreros de canastillo o de bronce dorado tendrán el protagonismo. Solo en un cuadro con florero sobre repisa de piedra aparece, además de dulces, una papelera con gaveta abierta del tipo de las que pinta en esta pareja.
La datación temprana propuesta para las obras de la Colección Banco Santander se fundamenta en aspectos como el plano de la mesa, único sin quiebros, y los objetos y frutos ordenados en filas horizontales con simetría o buscando el equilibrio entre ellos. Estas características y los objetos y frutas difieren de lo que hará después en su producción sevillana. También existen ciertas relaciones con lo toledano. Está documentado un cuadro de frutas de Tristán; Alejandro de Loarte, activo en Toledo al menos desde 1622 hasta su muerte en 1626, cuelga frutas a pares o en trío y con muchas hojas, con precedente en Juan Sánchez Cotán. La luz procedente de la izquierda origina sombras e ilumina el primer término y deja el fondo obscuro. Camprobín aclara los fondos en casi todo el resto de sus obras. La manera de adelantar los libros también corresponde a momentos tempranos del siglo xvii. Lo representado es propio de los inicios del segundo tercio de la centuria: frutas, pero no flores, libros, muebles, piezas de vidrio y búcaros de barro rojo.
Las medidas corresponden a un tamaño grande para obras de este género, lo que unido a su formato sugiere que fueran sobrepuertas o sobreventanas. Observamos que la mesa y muebles están dispuestos con perspectiva levemente oblicua, pero que la composición con frutas y frutero carga en el lado opuesto, por lo que quizá la colocación prevista no era contigua, sino enfrentada.
Camprobín demuestra suficiente habilidad en la representación de las calidades de los objetos dentro de la sobriedad y equilibrio imperantes. La cinta de la llave pintada por encima de la caja permite atractivos efectos de transparencia. [José Manuel Cruz Valdovinos]