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Manuel Rivera (Granada, 1927 – Madrid, 1995)

Estanque del Partal

1969

INFORMACIÓN DE LA OBRA

Técnica mixta y tela metálica policromada sobre tabla, 162 × 114 cm

OTRA INFORMACIÓN

Firmado en el ángulo inferior derecho: «Manuel Rivera». Inscripción al dorso: «Manuel Rivera / Estanque del Partal, 1969 / M. Rivera»

Manuel Rivera tuvo una formación académica, primero en Granada y después en la Escuela de Bellas Artes de Sevilla, donde obtuvo el título de profesor de dibujo. En 1951, se traslada a Madrid y en 1955, como todos los jóvenes vanguardistas españoles, emprende el obligatorio viaje a París, donde entra en contacto con las tendencias renovadoras de la abstracción informalista. De esta le interesan especialmente las nuevas experiencias y la valoración plástica de los nuevos materiales. De regreso a España comienza a experimentar con la concepción espacial del cuadro y la utilización de nuevos materiales.

En 1957, Rivera funda en compañía de otros artistas el grupo El Paso. En este grupo se produjo, como común denominador, una decidida orientación hacia la expresividad, tanto en la abstracción (Canogar, Feito, Millares, Viola, Suárez, Juana Francés) como en la figurativa (Saura). Sin embargo, la obra de Rivera solo tuvo en común con los pintores de El Paso, su vinculación a la abstracción y la investigación de las posibilidades. Si Millares utiliza la arpillera como soporte y material de una expresividad desgarrada, Rivera acude al juego de telas metálicas superpuestas y ancladas en un soporte. Con ellas crea obras en las que logra una infinitud de variaciones cromáticas luminosas irrepetibles.

Estanque del Partal muestra este efecto dinámico de la obra. El color y la luz funcionan como elementos inaprensibles y fugaces, en una transformación constante en sintonía con los cambios de luz y el más leve movimiento del espectador. Espejo para un oráculo n.º 3 acentúa este efecto tornasolado, logrado a la manera de un moiré metálico.

En sus obras, Rivera conjuga la sutil interferencia móvil de la luz y el color con la presencia destacada del material y de la trama de elementos de sujeción al soporte, como puede apreciarse en Espejo-mandala III. Un formato convencional, como es el cuadro, es convertido por el artista en un objeto dinámico a través del juego óptico de los materiales.

En la obra de Rivera destaca, en comparación con la tendencia expresiva de sus compañeros de El Paso, el valor de una expresividad óptica basada en un control racional de los componentes del cuadro. Las composiciones, como las de Transmutación o Mutación, se articulan a través de la geometría de la estructura cediendo a la expresividad una poética del reflejo. El reflejo es la luz y es el color en sus obras. Un elemento cambiante como el agua bajo los efectos de la luz que hace que la imagen sea irrepetible, que cambie con el paso de cada instante y el movimiento del espectador. [Víctor Nieto Alcaide]