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Eduardo Arroyo (Madrid, 1937)

Homenaje de E.A. a C.P.

1990

INFORMACIÓN DE LA OBRA

Óleo sobre lienzo, 220 × 180 cm

OTRA INFORMACIÓN

Firmado y fechado en la zona inferior central: «ARROYO 90» Inscripción al dorso: «Homenaje de E.A. a C.P. / Arroyo 1990»

Eduardo Arroyo, nacido en Madrid durante la Guerra Civil, estudió Periodismo con la intención de dedicarse a escribir, aunque desde niño había dibujado con intensidad. En 1958 decidió abandonar el ambiente de asfixia cultural y represión del franquismo y se instaló en París para proseguir su carrera de escritor, aunque pronto se percató de que era la pintura lo que más reclamaba su atención. Sin tener estudios formales de Bellas Artes, y partiendo de una figuración en clave crítica e irónica, Arroyo comenzó a pintar en el contexto de la que fue llamada «figuración narrativa» con elementos de lenguaje pop. En 1960 participó en tres exposiciones colectivas de pintores jóvenes en París. En la galería Claude Lévin hizo su primera individual en 1961 y en 1963 se presentó en Madrid en la sala Biosca, aunque la muestra fue clausurada con gran escándalo por la crítica que destilaban las obras. Hasta después de la muerte de Franco no volvería a exponer en solitario en España pero sí, y a un ritmo creciente, en Francia, Italia y otros muchos países. Su ambivalente relación con su país natal y su antifranquismo, evidenciado en sus actitudes y en sus obras, provocó su detención y expulsión del país en 1973 durante una esporádica visita. Tras la muerte de Franco consiguió obtener finalmente el pasaporte español y regresó. Sintiéndose casi ignorado en su tierra natal, no retornó hasta 1982, fecha en la que se le concedió el Premio Nacional de Artes Plásticas. Actualmente reside entre París y Madrid, y se dedica a pintar, a escribir y a realizar diversos proyectos de ilustración y de escenografía.

Los cuadros de contenido antifranquista, o aquellos en los que la reflexión sobre los exilios le lleva a desarrollar algunas de sus mejores series temáticas, han coexistido con obras relativas a otras cuestiones. Una «veta» popular aparece y reaparece, conviviendo con temas que desarrollan pequeñas historias sobre represión, pintores, intelectuales, exiliados... Son contrastes entre la modernidad y la tradición, lo anecdótico y lo novelesco, la ironía y el juego con aspectos del lenguaje surrealista y pop. La suya siempre ha sido una pintura literaria que cuenta historias a través de un tratamiento figurativo que varía continuamente, siendo unas veces más sintético, otras casi a la manera del cine negro, siempre manejando las imágenes como iconos cargados de su visión áspera y sarcástica del mundo. La de Arroyo es una mirada que se ha manifestado en ocasiones hostil a consagrados representantes de las vanguardias, como su serie Miró rehecho o su cuadro en colaboración con Aillaud y Recalcati donde se escenifica la narración del «secuestro» y «muerte» de Duchamp.

En Homenaje de E.A. a C.P. su mirada se vuelve irónica e icónica, esquemática y repetitiva, grave también con la oscuridad negra sobre la que se recortan las figuras. Aborda algunas de las esencias tópicas de «lo español», algo ya presente desde sus primeros cuadros, en los que encontramos toreros, bailaoras, botellas de Tío Pepe y otras alusiones castizas. Aquí vemos el rostro lloroso de la cantante homenajeada por el pintor, Concha Piquer, repetido su simple retrato sin contorno, como una máscara tan solo vuelta a derecha o izquierda, con sus labios gruesos y rojos y su expresión de melancolía de copla. Junto a esta imagen idiosincrásica, esta vez trazada como puro contorno blanco, flotan rítmicas las cabezas de toro, esquemáticas, casi máquinas imperturbables, parecidas a los dibujos de calaveras de sus vanitates entre barrocas y modernas, realizadas en los mismos años. Comparten un mismo fondo negro denso y cerrado, que recuerda las palabras de Arroyo en uno de sus últimos libros: «Negro sin esperanza en lo más recóndito de un túnel. Conozco ese negro. Lo he experimentado, aunque no lo haya pintado a menudo. Negro de sotana negra, negro de botas de ex combatiente franquista, negro acharolado de tricornio negro». [Carmen Bernárdez]