José Gutiérrez Solana realiza este dibujo durante su exilio en París a causa de la guerra civil española. Alejado de su entorno cotidiano, deprimido, el pintor encuentra ciertas dificultades para renovar su temática y enfrentarse abiertamente al papel o ante el lienzo en blanco.

Por ello, sin duda, retoma imágenes ya elaboradas con anterioridad, que su excelente memoria visual le permite plasmar con muy ligeras alteraciones. Esta obra es una nueva versión de La peinadora barata pintada en 1918, que de nuevo plasma en París en 1937, y de la que existe igualmente otro dibujo de 1918 y un aguafuerte realizado en torno a 1932-1933.

Lola la peinadora es un personaje recurrente en el universo plástico de Solana, pudiéndose rastrear su presencia en innumerables páginas de sus escritos sobre Madrid, lo mismo que ocurre con los maniquís de mimbre y madera que dibuja en esta composición, que forman parte de su entorno y que retoma de nuevo para acompañarle en su único y magnífico Autorretrato pintado ya en España en 1943.

La escena detenida en el tiempo que plasma este dibujo impone la realidad de unas mujeres muy dignas, pero carentes de juventud y belleza, que dispone entre los maniquís que pueblan la composición, envueltas en una atmósfera de silencio y quietud, en la que se confunden los elementos vivos con los inertes.

Se trata de un trabajo, quizás recordatorio, realizado con anterioridad a la pintura, en tinta china, con una línea dura y limpia que perfila todos los elementos representados, como si de una fotografía se tratara, y carente del sentido narrativo de otras composiciones.

María José Salazar