Enrique Martínez Cubells (Madrid, 1874 – Málaga, 1947)
La pesca del bou
1910-1920
INFORMACIÓN DE LA OBRA
Óleo sobre lienzo, 58 × 70 cm
OTRA INFORMACIÓN
Firmado en el ángulo inferior izquierdo: «M-CUBELLS. RUIZ.»
Hijo del también pintor y restaurador Salvador Martínez Cubells, Enrique abandonó su inicial vocación de ingeniero para estudiar desde 1892 en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado de la Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid). Tras conseguir sus primeros reconocimientos en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, el artista decidió completar su formación marchando al extranjero en 1900. Sus numerosos viajes y estancias en Holanda, Bélgica, Francia, Inglaterra, Escocia y especialmente en Múnich (Alemania), no solo le posibilitaron un conocimiento directo del naturalismo europeo, sino que además le situaron en estrecha relación con el ambiente artístico internacional, donde logró numerosos éxitos que le reportaron una destacada reputación.
Asimismo, su obra supuso una opción de gran modernidad dentro del panorama cultural español. Los cuadros de interiores y de la vida rural, los paisajes urbanos o las escenas portuarias del Cantábrico, Holanda y la Bretaña francesa, así como su peculiar estudio y empleo de la luz y la influencia de Max Liebermann, Heinrich von Zügel o de Wilhelm Leibl, constituyeron un renovador distanciamiento del costumbrismo y de la pintura regionalista, e incluso del realismo social en el que había militado en sus inicios madrileños. Así lo demuestra Trabajo, descanso, familia (Museo del Prado, en depósito en el Museo de Bellas Artes de Valencia), uno de sus lienzos más conocidos y en el que se condensa gran parte de su personalidad artística.
Hacia 1910 comenzó a prestar especial interés a las escenas de pesca, ambientadas normalmente en las playas del Levante valenciano, pero con un planteamiento diferente a las de Cecilio Pla o Joaquín Sorolla. En las numerosas exposiciones a las que concurrió en Buenos Aires, Montevideo o Río de Janeiro durante esta década y parte de la de 1920, presentó a menudo este tipo de pintura, cuya demanda entre la distinguida clientela burguesa le reportó gran consideración en América.
Suelen ser obras de pequeño tamaño, en las que aparecen de forma reiterada los mismos motivos o personajes, normalmente con pocas variaciones. Es el caso de La pesca del bou, en la cual dos parejas de bueyes arrastran hasta la arena el falucho después de la faena. La disposición y el colorido de los animales, las posturas de los marineros que aparecen sobre ellos, o la de los que se encuentran de pie junto a la barca, incluso la forma de las olas, se repiten en otros cuadros de estos años. Algunos de ellos aparecen en unas fotografías realizadas en su estudio1, hasta ahora desconocidas, pero cuya simple comparación con esta pintura permite entender el procedimiento habitual del artista en este tipo de obras. Los cambios suelen basarse en la incorporación de algún nuevo personaje o embarcación, como sucede aquí en la de la izquierda. Su vela hinchada por el viento es similar, en cambio, a una de las reproducidas en el numeroso material fotográfico con el que el pintor acostumbraba a estudiar los diversos elementos que incorporaba más tarde a sus lienzos. [Pedro J. Martínez Plaza]