Julio Le Parc (Mendoza, Argentina, 1928)
Modulación nº 66
1976
INFORMACIÓN DE LA OBRA
Acrílico sobre lienzo, 195 × 97 cm
A finales de 1958, Julio Le Parc se instaló en París con una beca del Gobierno francés, en un momento en que el arte cinético era la principal tendencia en la ciudad a la que se habían desplazado un buen número de artistas latinoamericanos. Al año siguiente, comienza a trabajar de forma regular en un sistema artístico basado en secuencias y progresiones en el marco del Groupe de Recherche d’Art Visuel (GRAV), que impulsó junto a Francisco Sobrino y a otros artistas como el francés Francois Morellet. La actividad dentro del grupo, que perdura hasta 1968, se complementa con una práctica individual que contó en una primera exposición en Nueva York en 1966, y que fue reconocida ese mismo año, con el Gran Premio Internacional de Pintura en la Bienal de Venecia.
Su principal aportación en los años sesenta y setenta se basaba en seguir un sistema unitario con el que enfrentarse a la forma sobre la superficie pictórica, superando tanto el expresionismo abstracto, que en Francia llamaron «tachismo», como la abstracción geométrica. Le Parc parte de unos sistemas de progresión que le permiten cubrir uniformemente toda la superficie pictórica, realizando dos importantes series de obras de superficie: las que denominaba superficie-color y las modulaciones. Las primeras se concentraron en una gama de 14 colores, que iba del amarillo limón al amarillo anaranjado, pasando por los verdes, azules, granates y anaranjados, para constituirse en pinturas uniformes y planas, basadas en las combinaciones de formas geométricas simples (bandas, cuadrados o círculos) según progresiones de color preestablecidas.
La serie de modulaciones que expuso en 1976 en las galerías Denise René de París y Rayuela de Madrid, fue una consecuencia de las series superficie-color. En estas obras Le Parc pudo llevar el volumen y el movimiento ondulatorio al plano, manteniendo la mencionada gama de catorce colores que aplica con aerógrafo para lograr la sensación degradada, una sensación que se acrecienta con el movimiento ondulado de los planos de color. Las modulaciones complementaron otras investigaciones de los años sesenta, como las de las formas contorsionadas y las formas luminosas. Y de modo coherente, condujeron al resto de su obra con formato tridimensional, los relieves, los móviles, las obras de luz pulsante, las salas de juegos…, en las que se mantenía las formas contorsionadas y añadía la luz real y experimentación espacial.
Modulación n.º 66 es una obra de desarrollo vertical que trabaja los tonos medios de la gama de catorce colores, la que concentra los tonos fríos. Como el mismo artista señaló, estas «modulaciones, siguen fundándose en sistemas simples de organización y la correlación de las formas depende de un mismo principio en cada caso», pero ya han dejado de lado el recurso a la visión periférica que centró las primeras obras. Las modulaciones, que desconcertaron a la critica por su aparente recurso al trompe l’oeil, se basan en el interés por la experimentación a partir de sistemas simples de organización y en la correlación de las formas. Este tipo de obras realizadas con aerógrafo conectaban, según el artista, con sus primeras obras y protagonizaron toda su producción hasta mediados de los años ochenta. [Carmen Fernández Aparicio]