Gerardo Rueda (Madrid, 1926-1996)
Pintura blanca
1970
INFORMACIÓN DE LA OBRA
Óleo y collage sobre tabla, 112 × 162 cm
OTRA INFORMACIÓN
Inscripción al dorso: «Gerardo Rueda / Pintura blanca / 162 × 112 cm / 1970 / óleo sobre madera y collage»
Gerardo Rueda formó parte, junto a Gustavo Torner y Fernando Zóbel, de lo que se conoce como Grupo de Cuenca. Pese a esta referencia, los tres artistas no constituyeron un grupo como tal, sino que estuvieron unidos por intereses comunes y una estrecha amistad. En 1966 fundaron juntos el Museo de Arte Abstracto Español en las Casas Colgadas de Cuenca. Este proyecto, que nació inicialmente con la idea de buscar un lugar que diera cobijo a la colección que Zóbel había ido atesorando desde su llegada a España a mediados de los años cincuenta, se acabó convirtiendo en la colección más importante de arte abstracto español hasta el momento.
De los tres pintores, Rueda era quizá el más preocupado por el esteticismo. Comenzó a pintar en los primeros años cuarenta y en 1949 inició estudios de Derecho. En la década de los cincuenta trabajó en lienzos de marcada horizontalidad y presencia constructiva que Zóbel definió como «falsas perspectivas». Hacia 1957, Rueda deja ver en sus obras la admiración que siente por Nicolas de Stäel y comienza a desarrollar bloques de color de densa capa pictórica. A principios de los sesenta, tras una serie de pinturas grises, su obra desemboca en lienzos monocromos en los que el volumen viene dado por una aplicación más gruesa del propio óleo.
Tras esta trayectoria, a mediados de esa década, el artista comienza a trabajar en la idea de volumen de una manera más intensa. Por un lado, pinta lienzos monocromos, blancos en muchos casos, a los que superpone otros lienzos o bastidores generando relieves; por otro, trabaja en collages con pequeñas cajas –de cerillas, cigarrillos o pegamento– que utiliza para analizar las posibilidades de repetición de un mismo módulo.
De ambas prácticas es deudora una obra como Pintura blanca. Desde entonces y durante toda su trayectoria, el artista trabajó en piezas que ya no son lienzos propiamente dichos sino un conjunto de maderas en las que ponía a prueba su ideario: la construcción de la plástica a través del volumen y el color. Para ello, utilizaba materiales recuperados (y encontrados) o preparaba ex profeso tablas de dimensiones determinadas. Una vez seleccionadas, ensamblaba las diferentes partes encolando o clavando, consiguiendo un resultado al que Serge Guilbaut se ha referido como «cuadro-relieve». Son obras escuetas y de una pulcra factura. En Pintura blanca (1970), Rueda parece establecer una consonancia con la tradición pictórica del Barroco español: en ella hay ecos de los blancos de Zurbarán y del juego de la relación entre lleno y vacío propio de la pintura de Sánchez Cotán. Asimismo, las sombras remarcan la sensación de volumen y juegan un papel fundamental, variando según la perspectiva del espectador. El espacio, compartimentado de manera precisa, se apoya en la repetición de módulos de exactas dimensiones. Todo ello confiere a la obra una trascendencia lírica. [Inés Vallejo]