Alonso Cano (Granada, 1601-1667)
Predicación de san Vicente Ferrer
hacia 1644-1645
INFORMACIÓN DE LA OBRA
Óleo sobre lienzo, 214 × 168 cm
Las dos grandes obras de Alonso Cano que tiene la Colección Banco Santander pertenecen a periodos distintos de la vida del artífice granadino. Tracista de obras arquitectónicas, arquitecto de retablos, escultor y y pintor, aprendió la pintura con Francisco Pacheco y la arquitectura de retablos con su padre, Miguel; ejerció en Sevilla hasta 1638, año en que viajó a Madrid. Tras una estancia en Valencia de un año aproximadamente (1644-1645), volvió a la corte. Tras un quinquenio en Granada regresó a Madrid, donde permaneció entre 1657 y 1660; de nuevo en Granada, disfrutó de una canonjía en la catedral tras ordenarse sacerdote. Allí vivió hasta su muerte, salvo una corta etapa en Málaga (1665-1666).
Palomino escribió que Cano trabajó en Valencia para los conventos de San Juan de la Ribera y de San Francisco y para la cartuja de Portacoeli. Cita en una capilla de la iglesia franciscana, en el lado de la epístola, una Predicación de san Vicente Ferrer, patrón de Valencia. Se conoce otro ejemplar (Museo de Bellas Artes de Valencia), un poco recortado, lo mismo que ocurre con el comentado, en que el angelito sobre el árbol y el niño a los pies del santo están cercenados e incrustados. En el ejemplar del museo se alcanza a ver algunas ramas suprimidas en el de la Colección Banco Santander. No se conoce ninguna otra pintura realizada en Valencia, donde Cano marchó trastornado tras haber sido acusado injustamente del asesinato de su mujer el 12 de junio de 1644 por un pobre que servía de modelo al pintor.
Entre sus obras precedentes, se ha establecido preferentemente una relación con el Milagro del pozo de san Isidro (1640, Museo del Prado) por la composición de una figura vertical de cuerpo entero y otras agachadas, incluyendo niños. Domina el realismo en el conjunto con diferentes grados de atención en el grupo y cuidadas observaciones, por ejemplo en los tres niños. La figura del santo contrasta con su entorno por la austeridad de su hábito. La precisión del dibujo de su cabeza conduce a pensar que utilizó un modelo real.
Siempre se ha tenido La educación de la Virgen como una obra excelente y su calidad se ha visto acrecentada por la reciente restauración. Más variadas han sido las opiniones sobre su datación. Se ha identificado con la pintura que citó Ceán en el convento de mercedarios descalzos de Sevilla. Calvo Castellón en 2001 propuso una fecha hacia 1651. Recientemente nos hemos mostrado conformes con esta hipótesis. Quizá se relacione con la adquisición por Cano dicho año, en la almoneda de los bienes del pintor Domingo Guerra Coronel, de una estampa con la Virgen y santa Ana, pues se ha mantenido la influencia de la grabada por Schelte a Bolswert según Rubens, que, además de incluir a san Joaquín, presenta diferencias numerosas, empezando por la inversión de la imagen. También hallamos concomitancias en el dibujo de la Aparición de la Virgen y el Niño a san Luis Gonzaga (anterior a 1651), realizado para la capilla de Nuestra Señora del Buen Consejo en el Colegio Imperial y ahora en el British Museum, como los ángeles con los paños y la barandilla.
Las dimensiones hacen posible que fuera cuadro de altar, pero también podría ser de devoción particular. La ambientación en terraza alfombrada con balaustrada abierta al paisaje es de inspiración rubeniana, aunque también empleada por Velázquez; la opulencia y plegados de la cortina, como los escorzos de los tres angelitos, son recursos típicos de Cano. La composición de forma casi semicircular con estudiado juego de curvas se conjuga hábilmente con la caída vertical de los paños y de la toca de la santa. Los colores se equilibran con sentido clásico desde el rojo al púrpura, el dorado y azul con blanco, y sirven para acentuar el contraste entre las edades de la madre e hija, según la tradición apócrifa, resaltando la gravedad preocupada de santa Ana frente a la pensativa inocencia de la infantil María. [José Manuel Cruz Valdovinos]