Joaquín Sorolla (Valencia, 1863 – Cercedilla, Madrid, 1923)
Retrato
1899
INFORMACIÓN DE LA OBRA
Óleo sobre lienzo, 88 × 65 cm
OTRA INFORMACIÓN
Firmado en la zona derecha: «A mi amigo Manolo / J. Sorolla / 1899»
Formado a partir de 1878 en la Escuela de Bellas Artes de Valencia, en 1885 Joaquín Sorolla consiguió una pensión para continuar sus estudios en Italia, residiendo en Asís, desde donde viaja también a París. A partir de 1889 se establece en Madrid junto a su esposa Clotilde García del Castillo.
Ya en 1884 había participado por primera vez en la Exposición Nacional de Bellas Artes, pero no será hasta 1892 cuando consiga los primeros éxitos en este certamen. En esta edición presentó, entre otras obras, el Retrato de Agustín Otermín, en el que Sorolla pinta a su discípulo: pintor pintado pintando, metalenguaje en el lienzo que nos convierte en voyeurs en el estudio del pintor. Con unos quinientos cincuenta retratos individuales de mano de Sorolla, no cabe duda de que esta es una de sus facetas más características, que si bien no era su género favorito, le valió fama y prestigio. El otro retrato de mano de Sorolla que posee la Colección Banco Santander no sabemos con seguridad a quién representa, aunque según las últimas investigaciones podría tratarse de Manuel Escrivá de Romaní, conde de Casal. Esta incertidumbre, o el hecho de que la obra esté inacabada, no le restan fuerza y personalidad, más bien revelan aún mejor el estilo de Sorolla como retratista. En la pincelada suelta y la falta de fondo, se hace más patente la impronta que en este género le dejó Velázquez, maestro del maestro.
En 1900 Sorolla consigue el Grand Prix del Salón de París, y en 1901 la medalla de honor en la Exposición Nacional de Madrid. A partir de entonces sus éxitos serán incontables, destacando sus exposiciones individuales en París, Berlín, Düsseldorf, Colonia, Londres, Nueva York, Búfalo, Boston, Chicago y San Luis. Reflejo de estos éxitos son algunos encargos, como el de 1913 de Thomas F. Ryan, magnate y coleccionista norteamericano que le solicita dos cuadros, uno de ellos, «de fuerza»1, Baile en el café Novedades de Sevilla. Pintado seguramente en su estudio de Madrid, basando la composición en los dibujos que hizo en Sevilla en el Café de la Campana, en tres estudios que se conservan en el Museo Sorolla y en un cuadro anterior –Dos gitanas–, este lienzo transmite la fuerza de la que hablaba Sorolla y el sabor andaluz.
Pero el gran encargo que recibió Sorolla fue el de Archer M. Huntington de decorar la biblioteca de la Hispanic Society of America (Nueva York). Terminado el último panel de su Visión de España, entre julio y septiembre de 1919, Sorolla viaja a Ibiza, donde pinta Niños buscando mariscos. En él, como en las escenas de Jávea de 1905, representa el mar agitado entre rocas que enmarcan figuras infantiles. Un atrevido contrapicado le permite jugar con las distintas tonalidades del agua y el reflejo de la luz en la piel de los niños, efectos que Sorolla había perfeccionado a lo largo de su carrera y que popularizaron su pintura. [Mónica Rodríguez Subirana]