/content/dam/fundacion-banco-santander/es/imagenes/cultura/arte/coleccion/obras/C-0155-H_toro_figura_6_alta-1920.jpg != null ? bannerSimple.alt : true}

Ángel Ferrant (Madrid, 1890-1961)

Toro-figura 6

1957

INFORMACIÓN DE LA OBRA

Madera policromada, 33 × 30 × 9 cm

OTRA INFORMACIÓN

Firmado y fechado: «Ferrant 57»

Ángel Ferrant, hijo del pintor académico Alejandro Ferrant y Fischermans, se decantó por la escultura de vanguardia llegando a ser uno de los artistas fundamentales del arte español desde los años veinte al auge del informalismo. En 1920 se traslada a Barcelona, donde ese año visitó la memorable Exposició d’Art Frances d’Avantguarda de la galería Dalmau, integrándose en un ambiente artístico que, tras la partida de Torres García, acogía, entre otros, al pintor Rafael Barradas, al crítico Sebastià Gasch o al gran amigo de Joan Miró, Joan Prats. En 1933, Ferrant participa con este último en la fundación de la asociación Amics de l’Art Nou (ADLAN), que fue el motor esencial para la penetración de la vanguardia francesa en Barcelona y Madrid, ciudad a la que el escultor regresó en 1934.

La heterogénea y variada escultura de Ferrant transita del realismo moderno, en el que trabajó en los años veinte y en la inmediata posguerra, a la producción de objetos surrealistas en 1932, la vuelta a los objetos encontrados de 1945 y desde 1940 a los planteamientos de la estatuaria cambiante, los móviles de 1948, que eran una alternativa original a la aportación de Calder, o los tableros cambiantes de 1950 que avanzaban en la abstracción.

Tras la Guerra Civil, Ferrant es un referente de vanguardia para las nuevas generaciones por su labor en la Escuela de Altamira, creada en 1948 junto a su amigo Matias Goeritz. Es entonces cuando realiza obras marcadas por el primitivismo, como la Serie ciclópea, y se suma a los éxitos del informalismo español. En la Bienal de Venecia de 1960 obtiene el Premio Especial de la Fundación David E. Bright de Los Ángeles gracias a sus Esculturas infinitas de 1957 y 1958, obras en hierro basadas en la posibilidad de la escultura cambiante y el dibujo en el espacio.

Toro-figura 6 formó parte de la exposición Todo se parece a algo, que Ferrant realizó en 1957 en las galerías Syra de Barcelona tras el grave accidente de 1954 que le había obligado a pasar varios años dedicado en exclusiva al dibujo. La obra refleja su interés por el arte prehistórico, que desde el final de los años cuarenta impregna a la vanguardia en España con un tipo de obra que buscaba la forma primordial y la idea de concreción y autenticidad. Pero también ofrece un concepto de espacio abierto y animado por la forma, que había madurado intensamente con su dedicación al dibujo entre 1955 y 1957. Ese trabajo proyectivo le sirvió para lograr audazmente composiciones como Torofigura 6, una escultura que, como otras de la serie, tiene el carácter atemporal del tótem, aunque carece del aspecto monolítico por la importancia otorgada al hueco, que hace que el espacio se transforme en el medio de la escultura, y el elemento que la articula. En este sentido la obra preludia el inmediato paso de Ferrant al trabajo en hierro, un medio excelente para dibujar en el espacio. [Carmen Fernández Aparicio]