Evaristo Valle (Gijón, Asturias, 1873-1951)
Vagabundos
Hacia 1922
INFORMACIÓN DE LA OBRA
Óleo sobre lienzo, 120 × 92 cm
OTRA INFORMACIÓN
Firmado en el ángulo inferior derecho: «E. Valle» Inscripción en rojo bajo la firma: «11»
Evaristo Valle comenzó a pintar en Puerto Rico en 1883 bajo la dirección de su padre, magistrado de la Audiencia de la isla, quien había cursado estudios artísticos en la Escuela de Dibujo de Oviedo. En tres estancias discontinuas entre 1898 y 1911 residió en París, donde transitó como autodidacta entre el postimpresionismo, el modernismo, el simbolismo y el pre-expresionismo, influencias que, sin obviar otras posteriores, permanecerían en su obra hasta el final de su vida. En 1911 una crisis de agorafobia le recluyó en Gijón, donde durante la década de 1910 realizó una reelaboración personal de las corrientes de vanguardia europea. Entre 1920 y 1930 su tendencia hacia el documentalismo y el carácter profundamente local de sus motivos y gentes humildes convirtieron su obra en la sublimación pictórica de la región asturiana, dentro de los presupuestos del post-expresionismo europeo.
Fruto de esta etapa creativa es Vagabundos, pintado por el artista hacia 1922 y expuesto en junio de ese mismo año en el madrileño Palacio de Bibliotecas y Museos Nacionales. La muestra, organizada por el crítico de arte José Francés (Madrid, 1883-1964), fue la tercera de las exhibiciones individuales realizadas por Valle en Madrid, tras las de 1909 y 1919, y concluyó con el homenaje de la intelectualidad artística y literaria del momento.
En el lienzo –del que se conocen tres estados diferentes gracias a las fotografías conservadas en la Fundación Museo Evaristo Valle (Gijón)–, cinco personajes descansan entre los restos de una muria o ruina. La aparición de estas escenas, en las que individuos al margen de la sociedad adquieren protagonismo absoluto, desligados ya de la contraposición con la burguesía o el campesinado más o menos acomodado, se adscribe a los últimos años de la década de 1910. No obstante, no deben de olvidarse los tipos de apaches que Evaristo había cultivado en París. Además de constituirse en un tema en sí mismo, el retrato de la miseria definió la pintura de Valle a ojos de la crítica anglosajona con motivo de sus exposiciones individuales en Londres (1924) y Nueva York (1928) frente al arte español hasta entonces conocido, y subyace en todos los asuntos tratados durante este periodo. En este sentido, puede decirse que los vagabundos aparecen como la degeneración de los personajes campesinos o marineros, marcados por el hambre y la necesidad.
La falta de insistencia en el aspecto trágico de la escena está sin duda dada por la dicotomía que puede establecerse en el tratamiento de paisaje y figuras. La resolución post-expresionista de los elementos del fondo mediante gamas tonales de colores fríos aplicadas en capas delgadas y pulidas, atempera el dramatismo expresivo, a veces grotesco, de los personajes, definidos por el trazo de contorno. Los tonos grises y marrones de las vestimentas contrastan con los verdes intensos, iluminados por la luz filtrada entre las nubes.
Las escenas de vagabundos, mendigos o haraganes continuaron presentes en la obra de Valle hasta el final de su vida, si bien en su última etapa pictórica, entre 1938 y 1951, se caracterizan por una mayor degradación de los personajes. [Gretel Piquer Viniegra]